MUSEO DE SITIO COTOCOLLAO
Ubicación
Calle Santa Teresa N70-121 y Loyola, Barrio Cotocollao.
Horario de atención
Lunes a viernes 08:00 /16:00
Costo de ingreso
Entrada libre
Este asentamiento
humano habitó una planicie de relieve, rodeada por una laguna de origen glacial
que desapareció en los primeros años de la “fundación” española de Quito. En
una superficie de 26 hectáreas, se asentó este poblado, distribuido en pequeñas
casas de 5 metros de ancho por 8 metros de largo que se levantaron
indistintamente en el área, buscando únicamente la cercanía al cementerio que
probablemente era lugar de culto y veneración.
El cementerio
descubierto en la aldea, en la primera etapa de ocupación (1500 a 1100 a.C.),
estuvo conformado por enterramientos individuales así como en fosas circulares,
en la que cada difunto estaba acompañado por ofrendas. En la segunda etapa u
ocupación tardía (1100 a 500 A.C.), el rasgo funerario más importante fue el
cementerio de tipo colectivo.
En este museo se
destacan las características Culturales de los primeros asentamientos
Formativos descubiertos en el Valle de Quito, basadas en las evidencias
arqueológicas recuperadas en este Sitio de Cotocollao, el mapa importante
detectado hasta hoy en la Meseta de Quito. El formativo representa un medio de
vida basado por primera vez en la producción de alimentos, es decir en la
manipulación progresiva de productos agrícolas, especialmente el maíz, la yuca,
poroto, etc. Supone una serie de desarrollo de procesos culturales que van
adoptando paulatinamente.
Se caracterizan por:
Una Vida sedentaria en
asentamientos cada vez más estables, Organización social basada en linajes que
practican la reciprocidad y el culto a los antepasados y que reconocen la
propiedad comunal de la tierra, Construcción de viviendas permanentes para
familias amplias, Aparición y desarrollo de la alfarería, circunstancia que
permite la cocción de alimentos en recipientes de barro, Uso del algodón para
la confección de vestidos, Perfeccionamiento técnico en la fábrica de
artefactos en piedra para moler, cortar, perforar, sembrar, La cacería, la
pesca siguen siendo actividades importantes, pero complementarias. En estas
sociedades sedentarias en ceremonialismo adquiere importancia respecto a los
ritos agrarios y de fertilidad y se inicia la construcción de centros
ceremoniales.
La actividad
volcánica en territorio ecuatoriano es una de las más intensas del mundo. En el
Valle de Quito, los volcanes Pichincha, Pululahua, Ninahuilca y Casitagua, han
protagonizado una larga historia de
erupciones que alteraron significativamente el paisaje y marcaron el
destino de las poblaciones asentadas en sus inmediaciones.
El Pichincha con sus
12km. En su base, 4794m de altura y sus volcánicos apagados RUCUPICHINCHA Y
CONDOR HUACCHANA, mantiene una actividad su caldera principal ubicada en el
GUAGUA- PICHINCHA. No obstante los riesgos inherentes a vivir en las faldas de
este peligroso volcán desde el Periodo Formativo (+-1.500 a.C.) se asentaron grupos humanos que
enfrentaron el reto de forjar su historia aquí, bajo la permanente amenaza del
fuego, la ceniza y los aluviones.
La vertiente
oriental del volcán Pichincha constituye un sistema de drenaje que se encauzaba
a través de 68 quebradas que antiguamente alimentaban las lagunas del Sur y
Norte de Quito. Junto a estas quebradas y lagunas se asentaron los primeros
pobladores (+- 1.500 – 500 A.C.), en
grupos dispersos de familias de tradición Cotocollao.
Las lagunas del
Norte de Iñaquito se desecaron y recargaron en varias ocasiones, como consecuencia de las erupciones volcánicas, depósitos de ceniza y aluviones de gran
potencia hasta que en los primeros años de la Colonia
desaparecieron por completo.
En la zona de Quito
existió una serie de nichos ecológicos diferentes que permitieron la
explotación de recursos abundantes y variados. El área de Cotocollao era muy
favorable para los primeros asentamientos humanos y el desarrollo de la
agricultura, gracias a su clima suave, temperaturas constantes, lluvias
moderadas y suelos fértiles, así como la presencia de dos lagunas, hoy
desecadas.
Las tierras de
Cotocollao fueron las más aptas de todo el valle de Quito para la agricultura
porque no son ni húmedas ni secas. En realidad se da un movimiento balanceado
del agua que cae en forma de lluvia, razón por la cual los suelos son
automáticamente fértiles durante todo el año.
El altiplano de
Quito se destaca también por ser un punto estratégico para el intercambio con
la Costa y la región Amazónica a través de bocas de montañas de fácil tránsito,
situación que beneficio a los pobladores de Cotocollao.
El poblado Formativo
Cotocollao se ubicó a 2.800 msnm, al norte de la actual ciudad de Quito, junto
a una laguna existente en este lugar. Desde 1.500 A.C. el poblado fue creciendo
paulatinamente sobre las laderas del Pichincha, constituido por “grupos de
casas” que llegaron a ocupar
un área 12
Arqueología de Quito I Fase Cotocollao, Pedro Porras, Quito. Tuvieron un
aproximado 26 hectáreas y una población
aproximada de 750 habitantes en el año 500 A.C., época en la que fue destruido
por una erupción del volcán Pululahua.
Construyeron casas
rectangulares (5X8 mts.) con paredes de bareque y techo de paja, orientadas
siempre al este y asentadas sobre pequeñas ”grandas” cortadas en la cangahua
para nivelar el terreno.
En su interior había
camas y repisas levantadas del suelo, fogones y un hogar propiamente dicho en
el centro. Existían también huecos grandes para almacenamiento, ubicados dentro
y fuera de
las casas de los
sitios de elaboración de cerámica.
La selectiva y
continua ocupación de un sector particular del poblado como área de
entrenamiento reservada para determinados grupos, demuestra su Organización
Social basada en lazos de descendencia común o linaje, las prácticas de ritos
funerarios y el culto a los antepasados. Estas circunstancias reflejan también
un “status” diferencial dentro de la Organización Social
temprana, así como
la existencia de primeros socioeconómicos que demuestran una estratificación y
diferenciación entre poblados.
Las excavaciones
pusieron al descubierto un cementerio con más de 200 esqueletos en perfecto
estado de conservación. En la fase temprana del poblado (1.500 – 1.100 A.C.) enterraban a sus muertos en tumbas
individuales. El cadáver era colocado en posición flexionada, rodeado de
piedras y cubierto con hojas de maíz. Aparentemente fueron personas que
recibieron un trato preferencial por su rango privilegiado dentro del poblado.
Por encima de estos
enterramientos se hallaron otros que constituían la parte tardía del cementerio
y fueron depositados en diversas posiciones y direcciones, formando una especie
de “fosa común”. El tipo de enterramiento más generalizado es en posición
flexionada. Algunos se hallaban sentados con los brazos fuertemente atados
alrededor de las piernas. Existen entierros secundarios, o conjuntos de huesos
vueltos a enterrar formando “paquetes”. Pocas ofrendas fueron depositadas
junto a los muertos. Los recipientes de cerámica y piedra se hallaron
fracturados intencionalmente, seguramente por efecto de algún rito funerario.
El estudio de los
esqueletos determinó la presencia de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos.
Existe una paridad entre adultos masculinos (42) y femeninos (40) , con la
salvedad de que en casos no se pudo
identificar el sexo. La deformación
craneana no es generalizada pero se da en todo los grupos de edad y sexo y
consistente, generalmente de un aplanamiento occipital. La expectativa de vida
al momento de nacer fue de 28 años.
La cerámica se
caracteriza por una variedad de formas de vasijas con decoraciones únicas y
exclusivas. Conocieron 21 técnicas decorativas y 60 motivos o diseños básicos.
Cabe resaltar la presencia de botellas de forma similar a las de Machalilla y
Chorrera, así como una variedad local que ha sido denominada “Cotocollao” por
ser diagnóstica de este sitio. En el Ecuador, la botella con asa en
forma de estribo aparece, acaso por primera vez, en esta zona de Quito hacia el
año de 1.500 A.C., y es una de las evidencias más antiguas en Sudamérica.
La Cultura Cotocollao
se destaca por su gran desarrollo técnico en el trabajo en piedra: herra- 84 mientas
de obsidiana, basalto y pedernal, en la elaboración de hachas para las tareas
agrícolas, piedras de moler, metates y morteros para tareas domésticas.
Merecen especial
atención los recipientes de piedra minuciosamente trabajados y decorados. Su
forma y tamaño los hacen únicos en el Ecuador, y es evidente que fueron
elaborados por especialistas para fines ceremoniales.
Se evidencia también
dos formaciones de lagunas cercanas al poblado, que implica una explotación de
recursos lacustre: totora, arcilla, arena, limo y faunísticos (con sus
derivados: aves, huevos, caza). Las quebradas aledañas que, a más de agua
fresca durante todo el año, proveen de piedras para la fabricación de
recipientes decorados.
Accedieron a los
productos “exóticos” de lo que hoy es el noroccidente de Pichincha: algodón,
ají, sal, coca, etc.
Los pobladores de Cotocollao inician la exportación de la obsidiana hacia la
Costa para la elaboración de utensilios de uso doméstico y artesanal. La gran
cantidad de torteros (“fusiolas” o volantes de hueso) de cerámica para hilado,
así como las improntas de textiles, permiten inferir el uso del algodón por la
confección de prendas de vestir.
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