sábado, 2 de mayo de 2015

Museo de Sitio Cotocollao


MUSEO DE SITIO COTOCOLLAO 


Ubicación 
Calle Santa Teresa N70-121 y Loyola, Barrio Cotocollao.

Horario de atención 
Lunes a viernes 08:00 /16:00

Costo de ingreso 
Entrada libre 

Este asentamiento humano habitó una planicie de relieve, rodeada por una laguna de origen glacial que desapareció en los primeros años de la “fundación” española de Quito. En una superficie de 26 hectáreas, se asentó este poblado, distribuido en pequeñas casas de 5 metros de ancho por 8 metros de largo que se levantaron indistintamente en el área, buscando únicamente la cercanía al cementerio que probablemente era lugar de culto y veneración.

El cementerio descubierto en la aldea, en la primera etapa de ocupación (1500 a 1100 a.C.), estuvo conformado por enterramientos individuales así como en fosas circulares, en la que cada difunto estaba acompañado por ofrendas. En la segunda etapa u ocupación tardía (1100 a 500 A.C.), el rasgo funerario más importante fue el cementerio de tipo colectivo.
En este museo se destacan las características Culturales de los primeros asentamientos Formativos descubiertos en el Valle de Quito, basadas en las evidencias arqueológicas recuperadas en este Sitio de Cotocollao, el mapa importante detectado hasta hoy en la Meseta de Quito. El formativo representa un medio de vida basado por primera vez en la producción de alimentos, es decir en la manipulación progresiva de productos agrícolas, especialmente el maíz, la yuca, poroto, etc. Supone una serie de desarrollo de procesos culturales que van adoptando paulatinamente.

Se caracterizan por: 
Una Vida sedentaria en asentamientos cada vez más estables, Organización social basada en linajes que practican la reciprocidad y el culto a los antepasados y que reconocen la propiedad comunal de la tierra, Construcción de viviendas permanentes para familias amplias, Aparición y desarrollo de la alfarería, circunstancia que permite la cocción de alimentos en recipientes de barro, Uso del algodón para la confección de vestidos, Perfeccionamiento técnico en la fábrica de artefactos en piedra para moler, cortar, perforar, sembrar, La cacería, la pesca siguen siendo actividades importantes, pero complementarias. En estas sociedades sedentarias en ceremonialismo adquiere importancia respecto a los ritos agrarios y de fertilidad y se inicia la construcción de centros ceremoniales.

La actividad volcánica en territorio ecuatoriano es una de las más intensas del mundo. En el Valle de Quito, los volcanes Pichincha, Pululahua, Ninahuilca y Casitagua, han protagonizado una larga historia de  erupciones que alteraron significativamente el paisaje y marcaron el destino de las poblaciones asentadas en sus inmediaciones.

El Pichincha con sus 12km. En su base, 4794m de altura y sus volcánicos apagados RUCUPICHINCHA Y CONDOR HUACCHANA, mantiene una actividad su caldera principal ubicada en el GUAGUA- PICHINCHA. No obstante los riesgos inherentes a vivir en las faldas de este peligroso volcán desde el Periodo Formativo (+-1.500  a.C.) se asentaron grupos humanos que enfrentaron el reto de forjar su historia aquí, bajo la permanente amenaza del fuego, la ceniza y los aluviones.

La vertiente oriental del volcán Pichincha constituye un sistema de drenaje que se encauzaba a través de 68 quebradas que antiguamente alimentaban las lagunas del Sur y Norte de Quito. Junto a estas quebradas y lagunas se asentaron los primeros pobladores (+- 1.500 – 500  A.C.), en grupos dispersos de familias de tradición Cotocollao.

Las lagunas del Norte de Iñaquito se desecaron y recargaron en varias ocasiones, como consecuencia de las erupciones volcánicas, depósitos de ceniza y aluviones de gran potencia hasta que en los primeros años de la Colonia desaparecieron por completo.

En la zona de Quito existió una serie de nichos ecológicos diferentes que permitieron la explotación de recursos abundantes y variados. El área de Cotocollao era muy favorable para los primeros asentamientos humanos y el desarrollo de la agricultura, gracias a su clima suave, temperaturas constantes, lluvias moderadas y suelos fértiles, así como la presencia de dos lagunas, hoy desecadas.

Las tierras de Cotocollao fueron las más aptas de todo el valle de Quito para la agricultura porque no son ni húmedas ni secas. En realidad se da un movimiento balanceado del agua que cae en forma de lluvia, razón por la cual los suelos son automáticamente fértiles durante todo el año.

El altiplano de Quito se destaca también por ser un punto estratégico para el intercambio con la Costa y la región Amazónica a través de bocas de montañas de fácil tránsito, situación que beneficio a los pobladores de Cotocollao.

El poblado Formativo Cotocollao se ubicó a 2.800 msnm, al norte de la actual ciudad de Quito, junto a una laguna existente en este lugar. Desde 1.500 A.C. el poblado fue creciendo paulatinamente sobre las laderas del Pichincha, constituido por “grupos de casas” que llegaron a ocupar
un área 12 Arqueología de Quito I Fase Cotocollao, Pedro Porras, Quito. Tuvieron un aproximado 26  hectáreas y una población aproximada de 750 habitantes en el año 500 A.C., época en la que fue destruido por una erupción del volcán Pululahua.

Construyeron casas rectangulares (5X8 mts.) con paredes de bareque y techo de paja, orientadas siempre al este y asentadas sobre pequeñas ”grandas” cortadas en la cangahua para nivelar el terreno.
En su interior había camas y repisas levantadas del suelo, fogones y un hogar propiamente dicho en el centro. Existían también huecos grandes para almacenamiento, ubicados dentro y fuera de
las casas de los sitios de elaboración de cerámica. 

La selectiva y continua ocupación de un sector particular del poblado como área de entrenamiento reservada para determinados grupos, demuestra su Organización Social basada en lazos de descendencia común o linaje, las prácticas de ritos funerarios y el culto a los antepasados. Estas circunstancias reflejan también un “status” diferencial dentro de la Organización Social
temprana, así como la existencia de primeros socioeconómicos que demuestran una estratificación y diferenciación entre poblados.

Las excavaciones pusieron al descubierto un cementerio con más de 200 esqueletos en perfecto estado de conservación. En la fase temprana del poblado (1.500 – 1.100  A.C.) enterraban a sus muertos en tumbas individuales. El cadáver era colocado en posición flexionada, rodeado de piedras y cubierto con hojas de maíz. Aparentemente fueron personas que recibieron un trato preferencial por su rango privilegiado dentro del poblado.

Por encima de estos enterramientos se hallaron otros que constituían la parte tardía del cementerio y fueron depositados en diversas posiciones y direcciones, formando una especie de “fosa común”. El tipo de enterramiento más generalizado es en posición flexionada. Algunos se hallaban sentados con los brazos fuertemente atados alrededor de las piernas. Existen entierros secundarios, o conjuntos de huesos vueltos a enterrar formando “paquetes”. Pocas ofrendas fueron depositadas junto a los muertos. Los recipientes de cerámica y piedra se hallaron fracturados intencionalmente, seguramente por efecto de algún rito funerario.

El estudio de los esqueletos determinó la presencia de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos. Existe una paridad entre adultos masculinos (42) y femeninos (40) , con la salvedad de que en  casos no se pudo identificar el sexo.  La deformación craneana no es generalizada pero se da en todo los grupos de edad y sexo y consistente, generalmente de un aplanamiento occipital. La expectativa de vida al momento de nacer fue de 28 años.

La cerámica se caracteriza por una variedad de formas de vasijas con decoraciones únicas y exclusivas. Conocieron 21 técnicas decorativas y 60 motivos o diseños básicos. Cabe resaltar la presencia de botellas de forma similar a las de Machalilla y Chorrera, así como una variedad local que ha sido denominada “Cotocollao” por ser diagnóstica de este sitio. En el Ecuador, la botella con asa en forma de estribo aparece, acaso por primera vez, en esta zona de Quito hacia el año de 1.500 A.C., y es una de las evidencias más antiguas en Sudamérica.

La Cultura Cotocollao se destaca por su gran desarrollo técnico en el trabajo en piedra: herra- 84 mientas de obsidiana, basalto y pedernal, en la elaboración de hachas para las tareas agrícolas, piedras de moler, metates y morteros para tareas domésticas.

Merecen especial atención los recipientes de piedra minuciosamente trabajados y decorados. Su forma y tamaño los hacen únicos en el Ecuador, y es evidente que fueron elaborados por especialistas para fines ceremoniales.

Se evidencia también dos formaciones de lagunas cercanas al poblado, que implica una explotación de recursos lacustre: totora, arcilla, arena, limo y faunísticos (con sus derivados: aves, huevos, caza). Las quebradas aledañas que, a más de agua fresca durante todo el año, proveen de piedras para la fabricación de recipientes decorados.

Accedieron a los productos “exóticos” de lo que hoy es el noroccidente de Pichincha: algodón,
ají, sal, coca, etc. Los pobladores de Cotocollao inician la exportación de la obsidiana hacia la Costa para la elaboración de utensilios de uso doméstico y artesanal. La gran cantidad de torteros (“fusiolas” o volantes de hueso) de cerámica para hilado, así como las improntas de textiles, permiten inferir el uso del algodón por la confección de prendas de vestir.


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